1. Variedad de alimentos: Consume una amplia variedad de alimentos de todos los grupos alimenticios, como frutas, verduras, proteínas magras, granos enteros y lácteos bajos en grasa. Cada grupo aporta nutrientes esenciales que tu cuerpo necesita para funcionar correctamente.
  2. Porciones adecuadas: Controla el tamaño de las porciones para evitar el exceso de calorías y el aumento de peso no deseado. Utiliza platos más pequeños y presta atención a las señales de saciedad de tu cuerpo para evitar comer en exceso.
  3. Hidratación: Beber suficiente agua es fundamental para una buena salud. El agua ayuda en la digestión, absorción de nutrientes y regulación de la temperatura corporal. Limita el consumo de bebidas azucaradas y alcohol, y elige agua como tu principal fuente de hidratación.
  4. Reducción de alimentos procesados y azúcares añadidos: Limita la ingesta de alimentos altos en azúcares añadidos, grasas saturadas y alimentos procesados. Opta por alimentos frescos y naturales en lugar de productos envasados, ya que suelen contener menos aditivos y conservantes.

Recuerda que la nutrición es personal y puede variar según tus necesidades individuales, como edad, género, nivel de actividad y objetivos de salud. Siempre es una buena idea consultar con un profesional de la salud o un dietista registrado antes de realizar cambios importantes en tu dieta.

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